miércoles, 31 de octubre de 2007

COSAS QUE HACEN LATIR DEPRISA EL CORAZÓN

CEREZOS EN FLOR, HASEGAWA KYUZO, SIGLO XVI


Cosas que hacen latir deprisa el corazón...

Gorriones que alimentan a sus crías.
Pasar por un lugar donde juegan niños.
Dormir en una habitación donde se ha quemado incienso.
Advertir que un elegante espejo chino está un poco empañado.
Ver a un caballero que detiene su carruaje frente a nuestro portón y ordena a sus servidores que lo anuncien.
Lavarse el pelo, acicalarse y ponerse ropas perfumadas.
Aunque nadie lo vea, sentimos un íntimo placer.
Es de noche y uno espera una visita. De pronto nos sorprende el sonido de las gotas de lluvia que el viento arroja sobre las persianas.

Sei Shonagon, El libro de almohada

EL VIEJO REY

VIEJO REY, DE EMIL NOLDE, OBRA SOBRE PAPEL

Abderramán III era el rey más poderoso de su tiempo, el siglo X.
Fue designado sucesor por su abuelo, que excluyó a sus propios hijos y hermanos, y coronado a los veintiún años.
Tuvo una larga vida ( más de setenta años), rodeado de lujos y caprichos, como un harén de más de 10.000 mujeres o la ciudad palacio de Medina Azahara, donde había lugares tan asombrosos como una habitación con una piscina de mercurio, (metal bastante desconocido por entonces en occidente), que hacía agitar para impresionar a los ya de por sí amedrentados embajadores extranjeros.
Atemorizó a los reinos cristianos vecinos y mantuvo a raya a los integristas religiosos, por lo que políticamente, no tuvo grandes enemigos ni dentro ni fuera de su territorio, de manera que su orgullo no debió sufrir muchas afrentas.

Y sin embargo, pese a todo lo anterior, haciendo balance al final de su vida, sólo pudo contar catorce días felices. Ni uno más.

Afortunado aquel que llega a catorce.

lunes, 29 de octubre de 2007

IMPERIOS AFRICANOS



CABEZA YORUBA, TERRACOTA, SIGLOS XII- XV



-Soy Lady Manning, y el linaje de mi familia se remonta a los conquistadores normandos, dijo la joven dama.
-El de mi familia, respondió Mr. Skat, llega hasta los dogon de África. Mis ancestros comerciaban con brillantes cuando los tuyos embadurnaban las paredes de la cueva familiar con renos. Creo que el mundo es mucho más viejo y mucho más extraño de lo que puede imaginar una inglesa pretenciosa y arrogante.

Y continuó:- ¿En qué crees, niña?

- Creo en el mundo moderno, Mr. Skat. En el automóvil, en el Charleston y en el Martini seco. Creo que nada de lo que conocemos volverá a ser igual.



(Recreación libre de unas viñetas del comic “Los Invisibles: Contando hacia la nada”)



Tenía razón Lady Manning. Después de que el automóvil, el Charleston y el Martini seco corrieran por las calles, el mundo no volvió a ser igual, pero si el etnocentrismo de hombres blancos no nos cegara, podríamos mirar de vez en cuando más abajo de nuestro ombliguito natural y descubrir que ha habido imperios fuera de Europa. Alguno de ellos, milenario y con un arte tan refinado como Benin, o Ife, la capital de la nación yoruba.

El bronce, la terracota, el ébano o el marfil hechos sutileza, melancolía y proporción, tan delicadamente que hasta Fidias estaría celoso.



LA CIUDAD DE CRISTAL DE PAUL AUSTER, P. KARASIC Y D. MAZZUCHELLI





Para los que estén familiarizados con la obra de Paul Auster, ésta no les supondrá casi nada nuevo ( el azar, el personaje del escritor viudo... todo está, como siempre). Casi. Porque aquí además hay una nueva lectura sobre el lenguaje y su función, y por extensión, una reflexión sobre la naturaleza humana ( el hombre como observador-nominador del mundo), basada en textos fundamentales de la nuestra cultura ( El Paraíso Perdido de Milton, el Quijote de Cervantes, la Alicia de Carroll...).


El Paraíso Perdido, la antiBiblia del mundo occidental.


El Quijote, la metaliteratura, la primera vez que unos personajes tienen conciencia de ser personajes ( inolvidable cuando Sancho le comenta al Quijote que circula por ahí un libro con sus aventuras, refiriéndose al de Avellaneda).


Alicia, la contramatemática.


Religión, Arte y Ciencia subvertidos aquí por Auster. No se puede apuntar más alto.


Básicamente, la teoría del libro, es que la auténtica tragedia de la humanidad, su verdadera caída y pérdida de la inocencia es la ruptura del lenguaje con el mundo físico, ya que según Milton y otros, Dios creó al hombre para que observara el mundo y le aportara el logos.


El logos. Nada es totalmente hasta que hay un nombre para ello.


Nada de lo que existe, existe realmente si es inefable, si no se puede nombrar.


Pero, ¿qué ocurre cuando hay una fractura entre palabra y referente, bien porque éste ha variado o bien porque las palabras han perdido su antigua inocencia?La imposibilidad de nombrar el mundo es la imposibilidad de tocarlo y de habitarlo. El hombre está condenado a mirarlo como a través de un escaparate de cristal, sin llegar a comprenderlo del todo jamás.Es la teoría de Wittgenstein, de Hofmannsthal, y de tantos otros que vieron como “todo lo sólido se desvanece en el aire” a principios del siglo XX.Todo lo que parecía firmemente anclado en nuestra capacidad de raciocinio, y su expresión externa, el lenguaje, desaparecía al cambiar la realidad misma. Basta con cambiar la lente del microscopio para ver cosas distintas ( una mesa, moléculas de madera, átomos, quanta…).


Cada tesis científica está ahí sólo para desmontar la anterior, pero ella misma es provisional también.


¿Qué sentido tienen palabras como “siempre”?


¿Qué significa la palabra “yo” si cuando la pronuncio ya no soy la misma que era, porque todo cambia tan deprisa y nada es lo mismo dos veces?


Y todo esto sin contar que el significado de cada palabra varía de una persona a otra, porque depende de su propia experiencia vital, e ignorando también las mentiras conscientes que lanzamos cada día.En el mejor de los casos, las palabras son un triste intento de acercarse a una realidad que, como una pompa de jabón, se rompe al tocarla.Las seguimos usando, a pesar de eso, como mal menor o mentira piadosa.


Hablar, escribir, son actos deliberados de hipocresía.


Deduzco de “Ciudad de cristal” que sólo hay una palabra exacta aplicable al ser humano: “marioneta”.Porque Dios, de existir, nos creó para jugar con nosotros y darnos el trabajo imposible que es nombrar.


El muy cabrón se sentiría sólo sin que nadie aplaudiera su obra y decidió que necesitaba espectadores.Debió pensar que sería aún más divertido si les hacía creer que tenían una misión y les veía fracasar en ella. A fín de cuentas, todo drama shakespeariano necesita su bufón.


Y desde entonces hemos jugado en su tablero a pesar de saber que era un juego inútil.


Ha pasado mucho tiempo desde que leí el libro y aún estoy confusa.


Como escribió Adolf Loos, “ahora debo aprender a vagar con mi propio cadáver”.